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Fuera de servicio



La máquina que daba los tickets para coger turno lucía un cartel con un "Fuera de servicio" escrito a mano, y una pantalla apagada. La oficina de correos se había llenado de gente, a pesar de que había tres ventanillas abiertas y los trabajadores se afanaban en atender a los clientes lo más rápidamente posible. Aún así, se había formado una cola que llegaba prácticamente hasta la entrada de la oficina. Algo bastante inusual, dado que la oficina era de las más grandes de la ciudad.



El chico entró en la oficina, como otras tantas veces, mirando el móvil. Al entrar se dirigió, casi sin percatarse de la cola, a la máquina para coger su número. Incluso había levantado la mano para pulsar sobre la pantalla tácil, pero se encontró con el cartel de "fuera de servicio". Sorprendido, reparó entonces en la gente que esperaba.
- Vaya, hombre -dijo en voz alta.
La última persona de la fila, una chica con el pelo rizado, se giró hacia él. Rondaba la treintena, como ella. Le miró durante unos segundos y luego siguió mirando el móvil.
El chico se acercó hacia ella y preguntó:
- Eres la última, ¿no?
- Sí -respondió ella.
El chico suspiró y se puso a la cola. Impaciente, examinó la oficina. Los oficinistas no paraban de trabajar y moverse, conscientes de la gente que aguardaba su turno. Detrás de los mostradores, se acumulaban cajas de documentos que, seguramente, deberían ordenar en algún momento del día antes de terminar la jornada.
El chico volvió a suspirar. La chica se giró un segundo y le miró con media sonrisa dibujada en la cara, como interrogándole por tanto suspiro. El chico intentó justificar su actitud:
- Justo cuando tienes más prisa, es cuando se estropean las cosas.
- Sí, la verdad -contestó ella. - Y yo tengo bastante prisa.
- Sí, yo también. He venido a mandar una carta a esta hora porque pensaba que habría poca gente.
- Bueno, de todas maneras, parece que la cola avanza rápido. - señaló con la mano a las ventanillas. - Hay tres atendiendo, como siempre.
- Sí, bueno.... eso es verdad.
- Menos mal, porque yo ya es la tercera vez que vengo.
¿La tercera? Pues sí que tienes afición.
La chica rió ligeramente. El chico sonrió, y viendo la sonrisa de la chica, pensó que una sonrisa bonita.
La chica señaló su bolsa: -Vengo a devolver una cosa que compré online, que para devolverlo me están mareando.
- Ah... vaya. -contestó él. - Yo no suelo comprar online.
- Yo sí, porque es muy cómodo... pero esta vez me está dando problemas.

Un oficinista gritó: "Siguiente!"

- La tecnología está bien -continuó él- pero cuando se estropea...
- Bueno, tampoco es tan malo. Si funcionara la máquina de tickets, no tendríamos de qué hablar.
El chico sonrió.
- Y no estaríamos hablando -dijo.
- Eso es. Lo malo es que tardemos más...
- Sí, pero mira... -razonó el chico- bastante prisa tenemos ya entre diario, como para ponernos nosotros más. Si esto está estropeado -señaló a la pantalla apagada- pues nos lo tomamos con calma, que falta nos hace.
- Pues... no soy yo el que bufaba hace un momento. -repuso ella.
El chico pensó durante unos segundos, y luego rió.
- Es verdad.
Ella rió también.

Otro oficinista gritó: "Siguiente!"

- Pues ya me toca -dijo ella. - ¡A ver si esta vez me hacen caso!
- Muy bien, que vaya bien.
- Gracias, ¡igualmente!

La chica se acercó a un mostrador y empezó a hablar: "Hola, mira, compré esto online y cuando lo abrí..."

Un "siguiente" sacó de sus pensamientos al chico, que  se apresuró a acudir a la ventanilla que lo había llamado, dos puestos más allá del de la chica. Una vez allí, sacó su carta, dijo que la quería enviar certificada, y pagó el envío.

Se disponía a abandonar la oficina, pero antes, por alguna razón, quería despedirse de la chica. Vio que aún seguía siendo atendida. No le pareció bien interrumpirla, así que se dirigió hacia la puerta y salió de la oficina.

Algunos minutos más tarde, la chica terminó su gestión y, con su comprobante en la mano, se despidió del oficinista. Buscó con la mirada al chico, pero no le encontró. Seguramente ya se habría marchado. Suspiró y se marchó.

Al salir, vio al chico en el exterior de la oficina con la mirada puesta en el móvil. Él levantó al vista y, al verla, sonrió. Ella se detuvo delante de él y también sonrió.

Si el chico se había parado porque le había sonado el móvil, o estaba haciendo tiempo hasta que ella saliera de la oficina... sólo él lo sabía.

Comentarios

  1. Mentiraaaaaa ¡lo sabemos todos! ¡Se quedó esperándola! 😃

    ¿Nos vas a contar qué pasó después? ¿o nos lo imaginamos? 😉

    Me ha gustado volver a leer un relato tuyo. Hacía taaaaanto tiempo que no leía uno... Creo... que desde el de los ganchitos... y ahí lo voy a dejar 😆

    Besitos, Kike 😄

    ResponderEliminar
  2. Jajaja... a decir verdad, en mi imaginación, el chico se quedó esperándola. Pero me gustaba la idea de dejarlo abierto. Lo que ocurre después de eso, que cada uno imagine lo que quiera :)

    El de los ganchitos lo tengo que retomar, pero antes tengo que publicar las partes que ya estaban, y así queda completo aquí. De hecho el próximo post (está programado para el miércoles) es uno que ya publiqué hace tiempo, y quiero que esté por aquí.

    Besos!!

    ResponderEliminar
  3. 😲 ¿Vas a retomar el de los ganchitos? ¡No me lo puedo creer! ¡Yo que lo decía de broma! ¿Y ahora con qué te voy a picar? ¿con que no continuaste mi meme? 😂😉💋

    Me parece bien que pongas las partes ya escritas aquí porque, aparte de lo de los ganchitos, yo lo único que recuerdo a estas alturas es que la chica se llamaba Lorena...

    Podrías empezar el post con un: "en capítulos anteriores..." 😂😉

    Pues nada, aquí esperando lo próximo.

    Besos 😄

    ResponderEliminar

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