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El eco (I)


París, 18 de noviembre de 1928

Comenzaba a llover a las afueras de París cuando Jacob, Fabrice y Emilie, cargados con bolsas, llegaron a la puerta principal del edificio. La calle era ancha, a diferencia de lo que Fabrice estaba acostumbrado en su barrio natal, Arcis. Lo notaba sobre todo en la luz, que aunque ya débil, llegaba con mucha mayor intensidad que en su calle. Aunque el barrio era de reciente construcción, la lluvia había mojado la fachada de los edificios y los hacía parecer viejos y sucios, con manchas provocadas por el agua que se deslizaban hasta la calle.



- No sabía que tenías una casa aquí -dijo.
Jacob rebuscaba en sus bolsillos en busca de la llave, hasta que la encontró.
- En el centro no tendríamos el espacio que necesitamos. Además, aquí estaremos solos y más tranquilos.
Fabrice asintió, y miró a Emilie. De menor estatura que ellos dos, Emilie era la prometida de Jacob. Su delgada figura, su piel pálida y su pelo claro le hacían parecer una persona frágil. Más aún desde hace unos meses, que por alguna razón, parecía más intimidada y callada que nunca.

- Ya está. Vamos dentro y montemos todo.

Jacob era el más alto y fuerte de los tres. Su obsesión era la investigación. Su pelo largo y desaliñado le valía la desaprobación de su entorno, pero a él no le importaba. Quería convertirse en un gran doctor, uno que hiciera un gran descubrimiento que cambiara el mundo y pasara a la historia. Lo intentaba con todas sus fuerzas, y tanto Fabrice como Emilie lo acompañaban en su aventura.

Jacob encendió la luz. Una tímida bombilla se encendió, iluminando levemente el largo pasillo principal, que llegaba hasta el otro extremo de la casa. Uno a uno, fueron entrando. Emilie se estremeció cuando cruzó el umbral de la puerta. Fabrice se dio cuenta y estuvo a punto de intentar reconfortarla, pero no lo hizo. Desde que ella y Jacob estaban juntos, medía mucho sus acciones e intentaba no hacer nada que pudiera ser malinterpretado.

Jaco cerró la puerta detrás de ellos y echó la llave. Recorrieron el lúgubre pasillo hasta el fondo, donde estaba el salón. La casa se encontraba totalmente en silencio. Únicamente la madera del suelo, a medida que caminaban, sonaba inusualmente fuerte aquella noche. Posiblemente debido a la humedad del ambiente. Fabrice observó las puertas del pasillo a medida que avanzaban. Una de ellas se encontraba abierta y se veían unas oscuras escaleras que bajaban a un sótano.

- ¿No estaríamos mejor en el sótano? Haríamos menos ruido y no levantaríamos sospechas.

Jacob se giró y observó la puerta. Retrocedió y la cerró con llave.

- No hace falta. En el sótano hace demasiado frío.

Una vez en el salón, dejaron sus bolsas al lado de la puerta. El salón se encontraba totalmente vacío, salvo una silla que se encontraba arrinconada.

- ¿Veis? Sitio de sobra -dijo Jacob. -Fabrice, coge la silla y monta el equipo.
Las paredes tenían la pintura desgastada, dando la impresión de ser una casa más vieja de lo que realmente era. Una chimenea remataba una estancia que debía ser acogedora, pero que en tal estado, producía desasosiego.

Fabrice puso la silla en el centro de la estancia. Abrió su maleta y sacó una pequeña mesa desmontable, donde puso un aparato eléctrico con varias palancas pequeñas, que podían moverse de arriba y abajo a lo largo de una escala. Jacob, a su vez, sacó de su maleta una maraña de cables y electrodos que empezó a desenredar.

Emilie avanzó hacia la silla y se sentó en ella.

Jacob le dio los cables a Fabrice, quien los conectó a la máquina. Acto seguido, cogió los electrodos y, limpiándolos antes con un trapo, empezó a colocarlos sobre las muñecas de Emilie. Ésta, seria y mirando al frente, se dejaba hacer.

Jacob se encontraba en la puerta, rebuscando en su bolsa.

- Espero que esto termine pronto -susurró Emilie. Fabrice se detuvo y miró a Emilie.
- No te preocupes -contestó, susurrando también. - hacemos las pruebas y nos vamos. Si ocurre algo raro, lo paramos todo. No te va a pasar nada.
Emilie miró a Fabrice durante unos segundos, con la misma mirada seria, como si no le creyera. Éste carraspeó y cogió un electrodo para colocarlo en la sien derecha de Emilie.
- ¿Has vuelto a tener pesadillas? -preguntó.
- Casi todas las noches. Siempre es lo mismo. Estoy en mi cama, durmiendo, pero con los ojos abiertos. Hay un hombre al borde de mi cama. Muy alto. No distingo su cara. De alguna manera, me grita, o me manda, que me levante y camine, aunque no oigo voz alguna.
- Pero tú no puedes moverte.
- En cuanto me lo ordena, tengo unas ganas terribles de hacer lo que me pide. Pero mi cuerpo está paralizado.
Fabrice suspiró. -Jacob hace todo esto para ayudarte. Seguro que pronto encontramos la causa.
Emilie no contestó. Ni siquiera miró a Fabrice. Éste, tras unos segundos, continuó conectando los electrodos, el último en la sien izquierda.

Jacob volvió con un libreta garabateada con números y se colocó al lado de Fabrice. -Empecemos.

Fabrice se giró hacia la máquina y la conectó. Jacob pasó una página de su cuaderno y, en la nueva página, anotó la fecha. Emilie inspiró profundamente.

- Fabrice, a nivel normal.
Éste subió dos de los mandos a la vez, asegurándose de que subían en la misma proporción. Un ligero zumbido surgió de la máquina.

- ¿Emilie?
- No noto nada -replicó ella.
- Fabrice, uno más. -éste movió los mandos ligeramente. - ¿Emilie?
- Nada.
Jacob anotó los números de la escala de los mandos que manejaba Fabrice. Empezó a realizar cálculos en la libreta. Fabrice y Emilie esperaban, expectantes.

La lluvia arreciaba en el exterior y cada vez hacía más ruido contra los cristales de las ventanas. Ninguno advirtió que en el techo se estaba formando una bolsa de agua.

Finalmente, Jacob dijo:
- El izquierdo a 3 y el derecho a 3 y medio.
- ¿Así, de golpe? -dijo Fabrice, sorprendido.
- Si no probamos cosas distintas no vamos a conseguir resultados diferentes.
Fabrice obedeció y movió las palancas consecuentemente.
- ¿Emilie?
- Estoy... notando... algo -replicó ella. Fabrice y Jacob levantaron la vista hacia ella.
- ¿El qué? -preguntó Jacob.
- Estoy mareada. Todo me da vueltas.
Jacob hizo varias anotaciones, y dijo a Fabrice: - Pon a 3 y medio los dos - quien movió las palancas.
Tras unos segundos, Emilie respiró hondo. - Ya estoy bien.
Jacob revisó sus notas durante unos segundos, y finalmente dijo: - A 4.1 el derecho.
- ¿Y el izquierdo?
- El izquierdo como está. Sube sólo el derecho.
Fabrice movió el mando correspondiente al electrodo derecho hasta 4.1.
- ¿Ahora?
- Nada. -contestó Emilie.
- Probamos con 4.2 -dijo Jacob en voz alta, sin levantar la vista de su libreta. - ¿Ahora?
- Ahora tengo una sensación muy rara.
- ¿Cuál es?
- No sabría decir. Como si el lado izquierdo de mi cuerpo se hubiera hecho más pequeño. -Fabrice y Jacob se miraron. Una sonrisa de esperanza se dibujó en la cara de este último.
- Izquierdo a 4.3. - Tras ello, Emilie empezó a jadear.
- ¿Todo bien? - quiso saber Fabrice.
- Quitadme esto ya -dijo Emilie, con la voz entrecortada.
- ¿Qué? ¿Por qué?
- ¿Hay alguien a mi derecha?
- ¿A tu derecha?
- Sí, a mi derecha, ¿hay alguien?
- No, Emilie, estamos los dos a tu izquierda.
- Pues siento como si hubiera alguien a mi derecha. Por detrás de mí. Y me está asustando mucho.
Jacob hizo un gesto de triunfo con los puños. -¡Lo tenemos!
- Quitadme esto, por favor -Emilie se levantó de la silla, arrastrando consigo los cables y la máquina.
- ¡No, Emilie! ¡Espera! -Fabrice se apresuró a desconectar la máquina, mientras Jacob impedía que Emilie avanzara más y tirara la máquina al suelo. Una vez apagada, consiguió que Emilie se sentara de nuevo en la silla. Tras ello, Jacob se giró hacia Fabrice, triunfante:
- Lo hemos conseguido, Fabrice.
- ¿Tú crees?
- ¡Pues claro! Aplicando los estímulos eléctricos en la unión temporoparietal del cráneo, hemos conseguido replicar el terror nocturno de Emilie. Esto demuestra que la causa natural de los terrores nocturnos son desajustes eléctricos del cerebro, que hemos reproducido en el experimento. ¡Esto es un paso adelante para preparar un tratamiento y pasar a la historia!
- ¿Y curar a Emilie, no? -objetó Fabrice. Jacob sonrió, irónico:
- Curar a todo el mundo, Fabrice. A todo el mundo. Ahora necesitamos repetir el experimento y anotar bien las funciones vitales para ver todos los efectos. - Acto seguido, se dirigió hacia Emilie, que tenía la mirada perdida. Jacob se agachó frente a ella, poniéndose a su altura.
- Emilie, cariño, tenemos que repetir el experimento.
Ésta le miró a los ojos, con mirada triste, incapaz de aguantar más.
- ¿Es totalmente necesario, Jacob?
- Lo es, cielo -dijo Jacob, mientras acariciaba la mejilla de Emilie -sólo unos pocos segundos más y podremos irnos a casa.
Emilie miró hacia otro lado, dubitativa. Tras varios segundos, balbuceó en voz baja:
- Bueno, pero sólo unos pocos segundos más.
Jacob, sin decir nada, indicó con la cabeza a Fabrice que encendiera la máquina. Éste frunció el ceño. Preferiría esperar a que Emilie descansara un rato, pero... al fin y al cabo, Jacob era el estudiante de medicina y era el que mandaba.
Jacob cogió la muñeca de Emilie para medirle el pulso. Esperó unos segundos para medir el pulso actual de Emilie.

Algunas gotas provenientes de la bolsa de agua del techo empezaron a caer sobre la máquina.

- Pulso a 120. Enciende.
Fabrice encendió de nuevo la máquina. A los pocos segundos, Emilie apretó los puños y giró la cabeza a la izquierda, como queriendo huir de su parte derecha. Cerró los ojos, aguantando una sensación increíblemente desagradable, mientras respiraba cada vez más rápidamente. Jacob, expectante, medía el pulso.

- Pulso a 150. Sudores fríos en las extremidades, creo.

Fabrice comprobó la otra mano de Emilie y su frente. Asintió, mirando a Jacob.

- 180 de pulso.
Emilie comenzó a sollozar y balbuceó:
- ¡Por favor! ¡Haced que se vaya!

Del techo cayeron algunas gotas más sobre la máquina, que provocaron un enorme chispazo. Jacob se levantó muy asustado. Fabrice se echó para atrás y cayó al suelo, asustado también. El chispazo recorrió en un instante el cable hasta la pared, provocando un fogonazo de luz y un fuerte sonido. La luz se apagó y la habitación se quedó a oscuras.

Desde el suelo, Fabrice oyó un golpe seco. Después, pudo oír un tintineo de llaves y unos pasos rápidos de alguien que corría hacia la puerta. Luego un portazo. Y después, el silencio.

- ¿Jacob? ¿Emilie? ¿Estáis ahí? -éstos no respondían.

Cuando sus ojos se acostumbraron a la poca luz que venía del exterior, Fabrice pudo ver a Jacob tumbado en el suelo, inconsciente. Y a Emilie sentada en la silla, desmayada.

Continúa en la parte 2.

Comentarios

  1. Madre mia! Por favor no tardes en publicar mas!!! Es genial me ha tenido enganchada y super atenta, y ahora necesito que siga!

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  2. Gracias!! Pensaba publicar más rápido las siguientes partes (creo que serán 3 o 4 en total) pero me está costando sacar tiempo. De todas formas, que sepas que tengo toda la historia en la cabeza y sólo me queda sentarme y escribirlo :)

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  3. ¡Suspense máximo! Y no sólo, tengo que reconocer que me has dado coba con el final de esta parte jajajajaja.

    Tras el golpe seco y la huida pensé: Ya está, el cortocircuito raro ese ha convertido a la pobre de Emilie en un "monstruo". Se ha vuelto "mala", se ha vengado del novio que la torturaba con sus experimentos, se lo ha cargado y ha puesto pies en polvorosa para seguir sembrando el mal por otros lugares xD

    Pero no. El otro parece ser que sólo está inconsciente y ella desmayada... Entonces ya... no sé si es que se ha "desdoblado" o si el que ha cobrado vida es su "terror nocturno".

    Así que nada. Habrá que esperar a la siguiente parte para salir de dudas...

    Besitos, Kike, que no decaiga ;)

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  4. Jajaja, me encanta la película que te has montado con el cortocircuito xDDD. Pensaba publicar la segunda parte antes, pero al final, entre unas cosas y otras, va a tardar algo más, pero la semana que viene sale seguro.

    Por cierto, después de esta historia vienen los ganchitos :D

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  5. ¡Gan-chi-tos, gan-chi-tos, gan-chi-toooooooos!

    Y después ¿qué? ¿Mi meme que dejaste a medias? xD. Uy, se me ha escapado xD jajajajaja :P

    ¡Besos!

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  6. Pues a mi me da un poco de miedo... Pero mañana,si esta noche no sueño con cables,me leo la segunda parte.

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  7. Jajajaja, después de los ganchitos, pues... hay más cosas! Lo del meme... uf, si te digo la verdad, ya no lo recuerdo bien... tendría que releerlo para coger el hilo, ups!!

    Va, los ganchitos van después de que termine "el eco".

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