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La marca


 

El sol comienza a ocultarse por el horizonte. Poco a poco, la luna
comienza, con su luz tenue, a iluminar levemente la llanura. Los
grillos comienzan a salir y comienzan su pequeña sinfonía nocturna.


Muy lejos queda ahora la explanada, el palacio, el castillo.... Kyle,
apoyado en la entrada de la cueva, observa cómo el sol se oculta,
dando relevo a la luna. La luz del sol poco a poco deja de iluminar la
vegetación, las rocas, los montículos. Y poco a poco, la luna baña
todo lo que la mirada de Kyle alcanza a ver, con su suave luz azul,
con ayuda de las estrellas que salen a su encuentro, como cada noche.
Los relámpagos hacen su aparición, iluminando fugazmente la llanura,
el rostro de Kyle, quien observa detenidamente el cielo. Parece que
lloverá bastante esta noche.


De vez en cuando, entra en la cueva y observa a Serena. Ésta duerme
plácidamente, acomodada entre las rocas de la cueva, y acunada por los
ruidos nocturnos de la llanura. Kyle la observa durante largo rato.
Pasa su mano lentamente por su mejilla, por su pelo, colocándolo
detrás de la oreja. Ella se mueve ligeramente pero no se despierta.
Kyle sonríe; nunca ha visto tanta belleza y ternura combinadas de tal
manera.

Fuera, las gotas comienzan a caer.

Suspira y mira a la entrada de la cueva. Sabe que no podrán seguir
huyendo eternamente.

De momento se las han ingeniado para escapar de la guardia real, el
cuerpo más fiero jamás conocido. Lo forman los soldados más
aguerridos; los sabuesos más astutos; los perseguidores más
insistentes. Y tarde o temprano, les darán caza. Kyle lo sabe: han
tenido una ventaja de varios días pero no pueden igualar la velocidad
de los caballos de la guardia.

Vuelve a mirar a Serena. La ama, realmente la ama con todas sus
fuerzas. Por ella se inició esta fuga: para evitar su sacrificio a
manos del rey. Un rey que ha perdido el juicio y a quien nadie se
atreve a discutir.

De pronto, oye caballos. Kyle suspira: ya han llegado.

Fuera, en medio de la lluvia, las voces de los soldados aclaman:

- ¡Vamos, Kyle! ¡Acabemos con esto de una vez!
- ¡Silencio todos! -una voz se alza por encima de las demás:
corresponde a la del capitán.
- Si gritáis así, la despertaréis a ella.

Las miradas se dirigen entonces a la entrada de la cueva. Kyle se
encuentra allí. El capitán levanta una mano, indicando a los soldados
que se contengan en sus intenciones de acabar con él.

Kyle sale lentamente de la cueva. El capitán, al ver su estado físico,
siente cómo su alma cae a sus pies: Kyle presenta cortes en ambos
brazos y cara; unos moratones en la rodilla izquierda que no auguran
nada bueno; y su ropa está hecha jirones. Camina lentamente, pero
en su mirada puede verse una determinación tan fiera y decidida que el
capitán sabe, en ese preciso instante, que no va a poder convencerle
de nada. El agua cae por su piel, empapándola, empapando su ropa, y
limpiando sus heridas de la sangre seca, dejando al descubierto las
cicatrices de una huida demasiado larga; recuerdos de una lucha que ha
durado demasiado tiempo.

Kyle se para delante del caballo del capitán. Éste baja de su caballo
y va al encuentro de Kyle. Frente a frente, hablan:

- Kyle...
- Doc...

Se miran a los ojos durante algunos segundos. Hay un respeto mutuo, un
recuerdo de la amistad que un día los unió como hermanos.

- Toma -dice el capitán, al tiempo que saca una cantimplora-, bebe.

Kyle toma la cantimplora y bebe abundantemente. Acto seguido, suspira
profundamente y dice:

- Gracias. El agua que teníamos... se la he dejado a ella.
- Kyle... no puedes seguir con esto mucho tiempo. Pronto no tendréis
qué comer. Y la salud de Serena se resentirá.
- Doc... no puedo dejar que la sacrifiquen.

El capitán suspira.

- Kyle... tengo una misión que cumplir. Daros caza.
- No tienes por qué seguir órdenes, Doc.
- Sí que tengo. Soy el capitán de la guardia real. Somos el mejor
grupo armado del país, damos ejemplo al resto y a la población. Mi
trabajo es cumplir las órdenes.
- Las órdenes de un rey que se ha vuelto loco, Doc. ¿Sacrificar a
todas las jóvenes que lleven la Marca? ¿Qué rey en su sano juicio
ordenaría tamaña brutalidad?
- La Marca ha sido estudiada y determinada como peligrosa por el
Consejo. Nuestro trabajo es eliminar tal amenaza y con un joven
Marcado más que eliminemos, nuestro reino estará a salvo.
- ¿Uno más? ¿Quién decide cuándo se han sacrificado suficientes vidas en
nombre del rey? ¿El Consejo? ¿Esa panda de engreídos sabelotodo que se
cree con derecho a decidir sobre la vida de los demás?
- Ellos han guiado el reino durante años hacia la prosperidad, no
puedes negar eso.
- No lo niego, Doc. Pero ahora mismo lo están guiando hasta la destrucción.

El capitán traga saliva.

- No me lo pongas más difícil, Kyle. Hemos compartido muchas cosas,
buenas y malas. Sé lo que sientes por ella, y sé que vuestro amor es
tan fuerte que nada ni nadie en el mundo podría romperlo.
- No puedo vivir sin ella, Doc... no puedo seguir viviendo si ella muere.
- Lo sé. Por eso dejaste de ser soldado de la guardia. Tú tomaste la
decisión de huir con ella, yo tomé la decisión de quedarme.
- Tomé la decisión de vivir, Doc. Vivir junto a ella todo el tiempo
posible. Tú en cambio decidiste seguir por el camino marcado...
perdiendo por el camino a la mujer que amabas.
- Kyle... eso es otro tema distinto que no viene al caso. Sabes que lo
nuestro era imposible. Amanda y yo no podemos estar juntos.

- Capitán, ¿podemos entrar a por ella mientras sigue hablando?.
- Ni se te ocurra, soldadito -salta enseguida Kyle-. Además, no te
hace falta entrar para conseguir tu preciado trofeo.

El capitán entiende de pronto las intenciones de Kyle.

- ¿Qué haces? No lo hagas, Kyle.
- Voy a hacerlo.
- No tienes por qué.
- Ya te he dicho que no puedo seguir viviendo si ella muere.
- Y ella no podrá seguir viviendo si te sacrificas tú.
- Por eso tú te la llevarás de aquí.
- ¿¿Cómo dices??
- Éste es el favor que te pido -Kyle mira a los ojos del capitán. Su
mirada ha cambiado; ahora es una mirada de súplica. - Llévatela de
este reino, de esta sinrazón que ha inundado este lugar. Este no es el
reino que nosotros conocíamos. No es el reino donde crecimos, donde
reíamos, donde nos enamoramos. No tiene sentido seguir aquí.
- Estás loco. ¿Qué pretendes que le diga a ella?
- Invéntate lo que quieras, Doc. Lo que sea. Pero llévatela y que sea
feliz en otro lugar.
- No, Kyle, ella sólo será feliz contigo.
- No hay otra manera. No puedo seguir arrastrándola en esta huida.

Acto seguido, Kyle da un paso al frente, poniéndose la mano derecha
sobre el brazo izquierdo, en un ademán que el capitán interrumpe:

- No me dejarás elección, Kyle.
- No te guardaré rencor, Doc. No te lo guardaré siempre y cuando
cuides de ella como te he dicho.

Kyle entonces agarra con fuerza la camiseta y la arranca de su brazo
izquierdo, dejando al descubierto su piel desnuda.

Y con ello, la Marca que él también porta.

Los soldados, sorprendidos, se miran entre ellos. Kyle, antiguo
compañero de la guardia real, también es un joven Marcado.

Eso implica que también hay que sacrificarle. Pero, al quedar sólo
uno, con el sacrificio de Kyle se cumplirán los designios del Consejo
y el reino será salvado.

El capitán cierra los ojos y suspira. Una gran tristeza inunda su
alma. Ahora debe sacrificar al que en su día fue su mejor amigo, su
mejor compañero y confidente. Su mejor compañero que un día decidió
dejar el cuerpo de la guardia real, para huir del reino y proteger a
la mujer que amaba. Una mujer que, según el Consejo, debía ser
sacrificada en aras de la prosperidad y seguridad del lugar.

Uno a uno, los soldados fueron bajando de sus caballos. Rodearon a
Kyle quien, tranquilo, no opuso ninguna resistencia.

Miraron entonces al capitán, quien debía dar la orden.

- Hacedlo rápido -musitó.

Los soldados se dispusieron a acabar con Kyle cuando...

- ¡¡No!!

...una voz femenina rompió el ruido de la lluvia. Serena, ahora
despierta, corre hacia Kyle. Le abraza, y se pone entre él y los
soldados, moviéndose entre ellos:

- No os lo llevéis. Llevadme a mí, pero a él no, nunca. No podría, no
sabría vivir sin él. Doc, ¿cómo serás capaz de matar a quien fue tu
mejor amigo?
- ¿Pero qué haces? -exclama Kyle - ¡Vuelve a la cueva!
- ¿Estás de broma? No pienso dejar que te maten. Nunca lo haré. Tú
eres mi vida, si tú mueres, yo muero.
- No... -murmura Kyle, mientras empuja a Serena hacia el capitán-.
Vete con él. Ve y vive una vida feliz.
- Yo quiero una vida contigo, es lo único que quiero -exclama Serena
entre sollozos, mientras se abraza a él. Un abrazo tan intenso y
sincero que, tanto Kyle como el capitán saben que durará siempre. Que
nunca tendrá fin, a no ser que ambos salgan juntos de allí, a no ser
que ambos vivan juntos el resto de sus vidas.

Los soldados miran al capitán. Kyle, entre lágrimas, también le mira.
Serena, con los ojos cerrados, sigue apretando fuertemente el cuerpo
de Kyle.

El capitán duda. ¿Cómo romper una pasión tan grande? ¿Cómo romper algo
tan sincero y verdadero, algo tan real, por algo tan irreal como la
amenaza de la Marca? ¿Cómo sacrificar a su mejor amigo?

¿Cómo vivir con ello el resto de su vida?

Las órdenes.... debe cumplir las órdenes....

Pero, entonces...

Kyle mira a los ojos del capitán, pidiendo, suplicando clemencia.
Nunca lo dirá con palabras. No en vano, fue un soldado de la guardia
real... pero sus ojos no mienten.

El capitán, entonces, dice:

- Ya está bien.

Y acto seguido, saca su espada y apuntándola contra Kyle, dice:

- Huid tan lejos como podáis. Mi caballo es vuestro.

Kyle le mira atónito. Serena se da la vuelta, mirándole con la misma expresión.

- Capitán, pero... -dice un soldado.
- ¡Silencio, soldado!

- Doc.... ¿estás seguro? -pregunta Kyle.
- Marchad ahora. La tormenta escampará en breve y la noche será un
gran aliado en vuestra huida.

Kyle no espera ni un segundo y, cogiendo de la mano a Serena, la monta
en el caballo. Acto seguido, se dirige al capitán:

- Doc... eres realmente el amigo que siempre has sido.
- Vete ya... no juegues más con tu suerte.

Ambos se funden en un abrazo.

- Vamos -dice el capitán-. Y hazla feliz. Hazte merecedor de lo que ha
sucedido aquí esta noche.
- Merecerá la pena, Doc -dice Kyle mientras se monta en el caballo.
- Gracias, Doc.... te debemos la vida -se despide Serena.
- ¿Volveremos a vernos...? -pregunta Kyle.
- Seguro, Kyle -responde el capitán. - Seguro que sí.

Kyle coge las riendas del caballo y se ponen en marcha. Al galope,
pronto desaparecen en la lluvia.

Los soldados, atónitos, le miran.

El capitán se vuelve hacia ellos y, mostrándoles la espada, la
estrella contra el suelo.

- ¿Capitán?
- ¿Está renegando de su cargo?
- Así es, soldados. Aquí y ahora, el cargo de capitán de la guardia
queda vacante. Sí, conozco las órdenes. Y sí, deberíamos seguirlas,
eso es lo que todos pensáis y tenéis razón.
"Pero el cuerpo de la guardia real no se creó para perseguir y matar a
la población, lleven marcas o no. La guardia real se creó para
defender al reino, a la justicia y a la verdad. No podemos dedicarnos
a matar a jóvenes indefensos e inocentes, cuyo delito es simplemente
haber nacido con una extraña mancha en su piel. Los soldados de la
guardia real estamos por encima de eso. Los soldados de la guardia
real defendemos al reino, no al rey. Y el reino es la población que en
él vive."

Los soldados se quedan callados.

- ¿Y qué hará ahora, capitán?
- He de buscar a una mujer... Amanda. He de buscarla y decirle lo que
no fui capaz de decir hace años. He de desandar mi camino y volver a
la encrucijada en la que, hace años, tomé el camino equivocado.

El capitán mira a sus hombres.

- En cuanto a vosotros, soldados... sois libres de volver al reino y
contar la historia. Pero tened en cuenta que también sois libres para
decidir vuestro propio camino. Al igual que he hecho aquí hoy, al
igual que Kyle decidió en su momento, vosotros también podéis.

Un soldado se adelanta y dice:

- Yo le apoyo, capitán.
- Y yo.
- Y yo también...

Uno a uno, todos los soldados se adelantan, presentándole su respeto y
su apoyo. El capitán sonríe.

- Gracias, soldados. Pero ya no soy capitán. Ahora sólo soy un simple
hombre que marcha en busca de su destino. Dicho lo cual... ¿quién sería
tan amable de llevarme en su caballo hasta la entrada del pueblo?
- Yo, capitán... quiero decir... Doc -dice un soldado.

El capitán sonríe y se acerca a él. Poniéndole una mano en el hombro
como gesto de agradecimiento, dice:

- Gracias... amigo mío.

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