Ir al contenido principal

Impulsos



- Entonces, me lo dijo, sin más. Seguramente no quería hacerlo, pero lo hizo.

Después de varios días de lluvia, el sol luce con fuerza. El parque está lleno de gente, que aprovecha el buen tiempo para salir de casa y tomar el aire. Madres con sus niños que juegan a la pelota, chicos con sus perros que corren como si les fuera la vida en ello... el parque está lleno de vida.



- ¿En serio te dijo eso? ¿Así, sin más? -pregunto.
- Sí. Tal cual te lo cuento.

Andrea es una chica espontánea. Siempre dice lo primero que se le pasa por la cabeza. Por suerte para todos los demás, es buena persona, con lo que nunca dice nada de lo que tenga que arrepentirse.

- Y supongo que vas a pasar de él.
- ¿Pasar de él por qué?

Solemos volver de la universidad en autobús. Pero con el buen tiempo que hace, daban ganas de estar en la calle, así que hemos decidido volver andando. Y de camino, cruzar el parque. La brillante luz del sol hace que resalte el verde del césped y las plantas, frente al gris de la arena.

- ¿Cómo que por qué? -contesto, sorprendido. -A ver si lo he entendido bien. Hoy un chico se te ha declarado. Te ha dicho que le gustas, pero también te ha dicho que hace años conoció a una chica de la que sigue enamorado, y que nunca podrá querer a nadie tanto como a ella. ¿Eso es lo que pasó?
- Sí, eso es. Así es exactamente como pasó.
- ¿Y no le mandaste a la mierda? -digo, cargado de razón.
- Bueno... quizás quedemos algún día.
- ¿Cómo? -exclamo. - Pero... ¿no te parece raro? Se supone que cuando quieres estar con alguien, es porque esa persona te llena más que ninguna. No sé, ¿por qué no se declaró a esa chica de la que sigue enamorado? ¿Por qué no intenta estar con ella?
- Oh, vamos -replica Andrea, quitándole importancia. - Que alguien te diga que le gustas, siempre es bonito, ¿no? Aunque esa persona no pueda estar contigo en ese momento. O incluso aunque no quiera estar contigo o tú no quieras. Es bonito que alguien te diga que le llamas la atención. Es como decirte que eres diferente a los demás, que eres especial. Cuando alguien te dice algo así, debería hacerte sentir bien, ¿no?

Andrea gira la cabeza hacia mí para mirarme. Me mira con sus ojos marrones, que se ponen verdosos cuando les da la luz del sol. Interrogándome con ellos.

- Bueno... sí, pero estar con alguien así, es como ser un segundo plato, ¿no?
-No voy a ser su pareja, sólo voy a quedar con él porque me cae simpático. Ya se lo he dicho. Supongo que, simplemente, tuvo el impulso de decírmelo.

Andrea sigue andando a mi lado mientras se recoge su largo pelo en una coleta. Observo sus manos recogiéndolo. En unos pocos segundos ha terminado.
- Me sorprende que te haya hecho esa confesión. Yo no lo hubiera hecho.
- ¿Por qué?
- Pues... posiblemente te lo hubieras tomado mal, o te habría hecho daño. Cualquier otra persona se lo hubiera tomado de otra manera.

Andrea se detiene y me señala con el dedo.

- ¿Ves? Ese es el problema. No nos atrevemos a decir lo que sentimos. Ni siquiera nos atrevemos a decir lo que necesitamos. Por alguna razón, las personas somos muy malas para eso. Y por esa razón perdemos oportunidades para hacer cosas, o para estar con gente. Y esos momentos son muy valiosos, y no suelen volver.
- Oye, no es fácil confesar tus sentimientos -replico. - Puedes decir lo que sientes, pero no sabes cómo se lo van a tomar. Puede que a quien se lo digas, no comparta esos sentimientos. O no le gusten.
- Eso es porque no sabemos manejar las emociones. Nos hace sentir incómodos que nos confiesen emociones que no compartimos. Pero no debería hacernos sentir mal que nos digan que gustamos a alguien. Nos están diciendo que somos especiales. Eso no debería hacer que nos alejáramos de esa persona.

Andrea se detiene a un lado del camino. Una mariposa amarilla aletea encima de una flor. A Andrea, por alguna razón, le encantan y siempre quiere verlas de cerca.

- ¿Nunca has tenido una conexión tan fuerte con alguien que, a pesar de que sabías que ibas la respuesta que ibas a tener, has decidido decirlo? - me pregunta, mientras se agacha.

- Pues... a ver...

Andrea ríe. - Si te lo tienes que pensar, significa que no.

Me encojo de hombros. - Si no lo veo claro... prefiero callarme y no decir nada.

Andrea, lentamente, acerca un dedo a la mariposa. Ésta alza el vuelo, pero revolotea cerca de Andrea, quien se queda totalmente quieta, mirándola mientras tanto.

- A veces sientes una conexión con alguien. Esa conexión te provoca tanto bienestar, que no quieres que acabe nunca. Es tan fuerte, que te empuja a estar más tiempo con esa persona, como si fuera un instinto. Quieres explorar más esa conexión, ver dónde te lleva. A veces sabes dónde te lleva, y a veces no, pero incluso cuando sabes que no eres correspondido, quieres seguir disfrutando de ella, aunque sabes que eso no llevará a ninguna parte y quizás es como estar perdiendo el tiempo. Pero quieres disfrutar de ello el tiempo que dure. De alguna manera, te hace sentir vivo.

La mariposa se acerca al dedo de Andrea y termina posándose en ella. Sonrío. Me fascina su capacidad para esperar al momento justo para hacer las cosas.

- Somos millones de personas y sólo sentimos eso muy de vez en cuando. Esas conexiones nos hacen sentir que somos aceptados, que estamos en el lugar correcto -sigue Andrea en voz baja, mientras la mariposa mueve ligeramente las alas mientras está posada. - Nos hacen sentir que encajamos.

- Sé lo que quieres decir -contesto.

Andea se da la vuelta. La mariposa sale volando.

- ¿En serio? ¿Hay alguien que te hace sentir así? - muevo la cabeza afirmativamente. Andrea sonríe. - ¿Y por qué no me lo has dicho? ¿Se lo has dicho a esa persona?
- Ehm... no, no. No se lo he dicho.
- ¡Venga ya! ¿Y por qué no? - me golpea ligeramente en el brazo.
- ¡Pues porque sé lo que me va a decir! O eso creo...

Andrea abre mucho los ojos.

- ¿Ves? ¡Es justo de lo que te estoy hablando! Tienes que ser tú mismo y decírselo.
- No, no. Qué va.
- Vamos a ver. ¿Esa persona te hace sentir especial? ¡Díselo! Dile cómo te hace sentir. Lo especial que te sientes cuando estás con ella. No hace falta que te declares, si no quieres. Pero demuéstraselo, no sé, preocúpate por ella, cuídala, pregunta por sus preocupaciones...
- Que no, que no -digo, riéndome - que no se lo voy a decir.
- Tiene derecho a saberlo - dice Andrea, muy seria.
- A ver, calma. Ya veré cuándo se lo digo. Esperaré a un momento adecuado y se lo diré.

Andrea sonríe. Su sonrisa siempre me ha parecido muy bonita.

- ¿Sabes qué? No te imagino confesándolo.
- ¿Cómo que no? ¿Por qué?
- No sé. No eres de hacer esas cosas.
- Claro que las hago. Lo que pasa es que hasta que no lo tengo claro... no lo digo.
- ¿Seguro? ¿No será que tienes miedo a la respuesta?
- Hombre, claro, siempre se tiene miedo a eso. A que la otra persona cambie su forma de actuar contigo, después de decirle lo que sientes. ¿Recuerdas lo de la conexión que has dicho antes? Pues miedo a perder esa conexión, a perder esos momentos tan valiosos para ti.

Andrea se queda pensativa durante unos segundos. Cuando hace eso, es que trama algo.

De pronto, se pone frente a mí, cogiéndome de las manos.

- Hay momentos en los que tienes que ser valiente y simplemente decir lo que sientes. Mucha gente no es capaz de hacerlo, pero imagina que estás en uno de esos momentos. ¿Qué dirías?

Me quedo mirándola. No sé qué hacer.

- Eh... pues...
- Vamos -me dice, mientras me sonríe sin dejar de mirarme a los ojos. - Atrévete, sé valiente.

En ese momento me pierdo en la situación.
- ¿Qué quieres decir?
- Que tienes que ser valiente y decir lo que sientes.

Intento zafarme de sus manos, pero Andrea me sujeta fuerte. Se sonríe.

- ¡No te escapes! ¡Venga, sígueme el juego!

Sigo intentando que Andrea me suelte, pero no puedo. Aquí estamos, en el parque, los dos mirándonos y yo sin saber qué hacer. Siento la presión de las manos de Andrea sobre las mías. El resto de gente del parque, ajeno a nosotros. Puedo escucharles a lo lejos, pero aparte de eso, sólo se oye el aire mover las hojas de los árboles.

Me quedo mirándola. Esos grandes ojos marrones, que ahora son verdosos. Ese pelo, largo y castaño, que le cae hasta resbalar por los hombros. Esa, sonrisa que hace que me sienta cómodo en cualquier lugar.

Y de pronto, ocurre. Me siento valiente para decirle lo que siento. Para confesar que todos los días espero a que salga de clase para volver juntos porque me encanta estar con ella. Que me gustaría gustarla, así que intento... no sé, impresionarla, parecer mejor de lo que soy. Como si pudiera ser otra persona, ya ves tú. Y sin embargo, lo único que consigo es no mostrarme como soy, cuando justo lo que quiero es que me vea como soy. Que intento escuchar la misma música que ella, ver las mismas series, películas... como si eso me fuera a acercar más a ella, iluso de mí. Que ojalá ella sienta la misma conexión que yo. Dime que es real. Que tú también sientes la conexión. Tiene que ser real.

Ni siquiera recuerdo las palabras que he utilizado. Estoy tranquilo y simplemente he dejado que salgan, que fluyan, simplemente me he dejado llevar y me he expresado como me ha salido. Sin más. Este soy yo, Andrea. ¿No querías que fuera valiente? Pues ya está hecho.

¡Uf! Qué bien me siento ahora, tendría que haberlo hecho antes. Como si me hubiera quitado un gran peso de encima. Hasta casi diría que no me preocupa su reacción. He sido totalmente sincero, y seguramente va a entender todo lo que he dicho. Eso espero.

Andrea me ha soltado las manos y me mira fijamente.

- No tienes por qué decirme nada, si no quieres -digo, sonriendo y seguro de mí mismo al hablar. - Nada va a cambiar entre nosotros. Podemos seguir como siempre, hablando de nuestras cosas, volviendo por el parque y todo lo demás.

Miro hacia el parque. La gente sigue disfrutando el buen tiempo, naturalmente ignorando lo que acaba de ocurrir entre Andrea y yo.

- ¿Vamos? Se nos hace tarde -pregunto.

Andrea, sin dejar de mirarme, se acerca a mí y con una mano me acaricia la mejilla. En sus ojos puedo leer que está emocionada.

- La conexión es real. Es muy real. - me dice.

Ahora el que me emociono soy yo, al saber que no soy el único que se siente así... especial. No sé si abrazarla o besarla. Así que una vez más... me dejo llevar.

Comentarios

  1. Me ha encantado y me ha llegado, Kike :___), se me saltan hasta las lagrimillas. Me siento así muchas veces, y desgraciadamente, ya con pocas personas se puede conectar y expresar lo que se siente. En el plano de amistad o en el sentimental. Hay mucha superficialidad, mucho interés y escaso apego real. Y eso me entristece muchísimo. Estoy muy existencialista últimamente y es un debate que tengo mucho conmigo misma, jajaja.
    Sobre esto, os recomiendo un corto que se llama 'El sueño del caracol'. Habla de eso, de cuando conectas con alguien y no te atreves a expresar lo que sientes por miedo a que no sientan lo mismo que tú. Precioso.

    Un abrazo, amigo. Sigue escribiendo así, ¡me encanta!¡Grande Kike!

    ResponderEliminar
  2. He de decir que no es la historia que mas me ha gustado, narrativamente hablando, sin embargo me sorprende mucho la capacidad que tienes de transmitir momentos, imagenes e incluso sensaciones tan personales. No son mis historias favoritas pero me gusta que escribas cosas asi y a la vez historias de misterio. Preciosa la foto jiji. Gracias por publicar cosas bonitas en un mundo feo 😊

    ResponderEliminar
  3. eme_mcfly: me alegro de que te haya gustado!! Coincido contigo en que con pocas personas hay apego real. Ahora es todo más superficial, o al menos me lo parece a mí. Me apunto el corto para verlo en cuanto pueda. Un abrazo!!

    Cristina: la foto es mía :) es de un parque muy cerca de mi casa. Voy a intentar siempre poner fotos hechas por mí en todos los posts. En cuanto a la historia... la idea es justo esa, transmitir algo! Puede ser algo bonito, o misterioso, o triste... pero siempre provocar emoción. Leer algo y quedarte igual, es un poco perder el tiempo. Me alegro de que te haya gustado!! Gracias a tí por comentar :)

    ResponderEliminar
  4. Me ha pasado una cosa graciosa con esta entrada. Y mira que hay claros signos de que son chico-chica (contesto, sorprendido), por ejemplo) pero el caso es que hasta el final no me he dado cuenta de que lo eran. Supongo que me he centrado tanto en los diálogos que me han pasado desapercibidos esos detalles. Me ha parecido la típica conversación entre amigas en la que una cuenta y la otra opina o aconseja. Y tan metida estaba yo en que ese pensar que he leído una historia totalmente distinta jajajaja. Eso sí, el final ha sido muy sorprendente en plan: ¡ostras, la amiga se le ha declarado! ¡mira, por suerte parece que a ella también le gustaba!

    Y ahí es cuando me ha dado por pensar que, seguramente, al ser tú chico, te habría resultado más fácil contar lo que nos querías contar desde tu perspectiva de chico. Y entonces he dicho: a ver si lo he leído mal. Y lo he releído a ver qué me había perdido y... jajajajaja. Vaya torrija la mía...

    Vuelves a escribir una historia pastel y yo la leo como me da la gana jajajajajajaja.

    El pobre era su muñeco de hojalata hasta que se anima a dejar de serlo... y le sale bien. David Bustamante (sí, sí, David Bustamante jajajaja, soy algo así como una fan venida a menos jajajaja, me gustaba mucho cuando salió de OT, incluso me compré sus primeros cds, pero luego... no me preguntes por qué, dejé de seguirle tanto y no es que me haya dejado de gustar, que cuando ha venido a Cádiz he ido a verle un par de veces, me sigue gustando cómo canta, su voz y él como persona me cae muy bien, pero... se me ha pasado un poco la fiebre xD) también tiene una canción que habla de lo mismo (de hecho la descubrí en uno de esos conciertos a los que fui, porque tampoco la he escuchado por la radio), sólo que en su caso no acaba bien ^^

    Pues hale, hasta aquí mi comentario de hoy :)

    Besitos ^^

    ResponderEliminar
  5. Se me olvidó ponerte el link a la de Bustamante jajaja (aunque tampoco te veo yo a ti escuchándole, pero bueno, como mi intención inicial era ponerlo, te lo pongo)

    ResponderEliminar

Publicar un comentario

Entradas populares de este blog

Anime: "Your lie in april"

Supe de esta serie de animación japonesa cuando leí sobre ella en la revista " Otaku Bunka " hace algunos meses. Una serie que, a priori, no entra dentro de mis gustos en cuanto a anime (yo soy más de " Ghost in the shell " y del Studio Ghibli ) pero el caso es que me llamó la atención por la calidad del dibujo y el punto de partida: un joven músico que ha dejado de tocar el piano debido a problemas familiares, encuentra la inspiración en una chica violinista por quien (como era de esperar) termina enamorándose. El caso es que un día empecé a verla y terminó enganchándome.

Cine: "Ant-man y la avispa"

Ayer tuve oportunidad, por fin, de ver esta segunda parte de " Ant-man ", el superhéroe de Marvel que es capaz de reducir (o aumentar) su tamaño gracias a un traje especial. Tenía muchas ganas de ver esta peli, porque la primera parte me gustó mucho, y... bueno, me gustó, aunque no tanto .